Prensa


RESEÑAS — 12/07/2013 at 10:44 am

El Cadáver de un Recuerdo Enterrado Vivo

Al haber fallecido su esposa, dueña de la compañía,  Arismundi ha quedado a cargo de la empresa y de sus empleados. Deprimido y acosado por el fantasma de la muerta, Arismundi no logra ponerse al mando de la compañía y se niega a delegar tareas y asignar trabajos a los empleados hasta no haber terminado su duelo, cosa que estima que le llevará alrededor de 30 años. Los empleados, desbordados por el ocio, empiezan a demostrar que no hay nada más peligroso que un oficinista con demasiado tiempo libre.
Las distintas áreas de la empresa, separadas como tribus pero unidas por el deseo de trabajar y jubilarse, buscan los papeles que creen que la difunta ex dueña de la compañía dejó en su oficina, ya abandonada. Ahí sospechan que están plasmadas sus últimas palabas, una biblia, las escrituras sagradas de  los oficinistas. Serán estos misteriosos textos escritos por una muerta que guiarán las acciones de los empleados que aún buscan liderazgo en su jefa ya enterrada.
La empresa se muestra como una granja de hormigas: un conjunto de individuos que conforman un organismo vivo más grande. Podemos mirar a cada hormiga por separado o mirar el conjunto, mirar cómo cada una se mueve independientemente sin chocarse, sin sobrar ni faltar de la escena. Cada hormiga haciendo su parte por el hormiguero y, sin embargo, tan única e irrepetible que se puede llegar a individualizar sus caras y gestos y llegar a decir “la hormiga Tal” y que todos sepamos de cuál estamos hablando. Arismundi es esa hormiga deprimida que impide que todos trabajen y rompe con el orden establecido. A las demás hormigas les gustaba el orden establecido; intentarán retomarlo o destruirán todo en el intento.
Ficha técnico artística
Dirección: Sergio Boris
Actuación: Estefania Alfieri, Luciana Calarota, Ivana Carapezza, Facundo Cardosi, Luciana Cruz, Eugenia Fernandez Lemos, Lucila Gomez Vaccaro, Mariana Jaime, Marité Molina, Constanza Raffaeta, María Belén Ribelli, César Riveros, Luciana Serio, Facundo Suarez, Gema Tocino, Cecilia Wierzba
Asistente de dirección: Adrián Silver
Diseño de Escenografía: Ariel Vaccaro
Diseño de Vestuario: María Emilia Tambutti
Diseño de iluminación: Verónica Alcoba
Fotografía: Brenda Bianco
Prensa: Correydile
MACHADO TEATRO
Antonio Machado 617
Teléfono 4982-4922
Sábado 23hs.
Duración: 60 minutos


Una obra de Sergio Boris
Teatro sobre una fábrica en crisis

Los impulsos de supervivencia por sobre los demás.; tomar el primer gomón cercano y salvarse. El otro es competencia: hay que dejarlo atrás. Cuando la estabilidad laboral se desmorona y todo se concentra en un patrón incapacitado para tomar decisiones, quienes dependen de sus órdenes quedan a la deriva. La subordinación no entiende de esquemas y vínculos diferentes; cualquier cambio puede conducir al caos.
La obra de Sergio Boris, El cadáver de un recuerdo enterrado vivo, atraviesa las grandes problemáticas del ser humano: la inseguridad sobre lo que se posee y pende de un hilo, el poder, la inestabilidad económica, la soledad, el egoísmo, la muerte y el dolor de la ausencia. En ese abismo, las miserias más profundas y el instinto de conservación emergen a la superficie y se hacen visibles.
Una fábrica sin timón necesita encauzarse rápidamente y volver a producir. La vida sigue para quienes conservan los pies en la tierra. La muerte de Silvia, la esposa del dueño, avecina la estrepitosa caída de la compañía. El jefe no pueda superar el duelo y los empleados desesperados requieren que reaccione. Nadie tiene tareas asignadas; sobra el tiempo y aumenta la angustia. Las pulsiones afloran y todo se desmadra. Silvia está más presente que nunca y todos tratan de recordar sus últimas palabras antes del desenlace. Habrá que encontrar la manera de sacar algo que pueda resarcir tanta pérdida. Un plan que ponga fin a tanto desconcierto.

El cadáver de un recuerdo enterrado vivo 
Dirección: Sergio Boris.
Machado Teatro. Antonio Machado 617, CABA.
Sábados a las 23:00, Entrada: $ 50 y $ 35 (estudiantes y jubilados).


Promedio: 5 (3 votos)





RADAR - Página 12

El cadáver de un recuerdo enterrado vivo

Reestreno por cuarto año consecutivo de esta pieza de Sergio Boris, que lleva el apropiado subtítulo de Una tragedia oficinística. Al cumplirse seis meses del fallecimiento de la dueña de una empresa de aluminio, el viudo, ahora nuevo jefe, ha paralizado todos los escalafones al verse incapacitado para coordinar el trabajo de los empleados. El tiempo libre desespera. Crecerán los mitos, aparecerán confabulaciones, habrá deseos de jubilarse, pero nada será tan opresivo como el recuerdo de la muerte. Un recuerdo que reflota y atraganta en esta empresa del barrio de La Paternal. ¿Qué sucederá con ese fantasma? ¿Y con la situación económica de todos los empleados?
Sábados a las 23, Machado Teatro, Antonio Machado 617. Entrada: $50.


ESPACIO TEATRAL





"El cadáver..." en BLOG TEATRO 

Diario La nación

SERGIO BORIS

Recuerdos, mitos y confabulaciones
Al cumplirse seis meses del fallecimiento de la dueña de una empresa de aluminio, el viudo, ahora nuevo jefe, ha paralizado todos los escalafones al verse incapacitado para coordinar el trabajo de los empleados. Es parte del argumento de El cadáver de un recuerdo enterrado vivo , dirigida por Sergio Boris. Los sábados, a las 23, en Machado Teatro, Machado 617 (casi Acoyte). Con un numeroso elenco integrado por Estefania Alfieri, Luciana Calarota, Ivana Carapezza y Facundo Cardosi, entre otros.




“EL CADAVER DE UN RECUERDO ENTERRADO VIVO”

Esta obra – en su 4° temporada- se está presentando los sábados a las 23, en la Sala Machado –Antonio Machado 617, CABA- y cuenta con la dirección de Sergio Boris. Para reservas, llamar al 4982-4922. Cupos limitados.








Revista ARTERIAS DE LA CIUDAD








Entrevista a Sergio Boris para 
REVISTA SAVERIO


Extracto de la entrevista a Sergio Boris, Director de El cadáver
Revista Evaristo cultural. Nota completa acá.

Contános de El cadáver de un cadáver enterrado vivo, el proyecto de graduación de alumnos del Iuna que dirigiste.
El cadáver… se estrenó en octubre del año pasado. Para mí fue una gran sorpresa porque me gustó mucho y me encontré con muy buenos actores. La idea que planteé fue la de trabajar con el mundo de la oficina.. Desde el vamos no queríamos que el trabajo fuera costumbrista o realista, sino más bien que se apoyara en la figura de la oficina para hablar de otra cosa. Y entonces, en el segundo ensayo, una de las actrices vino y me dijo que conocía a alguien que había escrito un libro que se llama Crítica al oficinismo. Leí el libro, que obviamente hablaba sobre la oficina, y atacaba los tópicos del oficinismo: el almuerzo, la lucha por el reconocimiento del superior, el castigo, etc.; y pensé en trabajar desde ahí. La obra es otra cosa, pero ese fue un buen punto de partida. De hecho, usamos algunos textos. Una de las cosas que plantea el libro es que cuando un superior quiere castigar a un inferior no le da trabajo, y entonces lo castiga así, quitándole el laburo. La obra trata de un hombre que quedó viudo hace seis meses, está profundamente deprimido y se tiene que hacer cargo de la empresa, pero no puede hacer nada. En la primer escena llegan todos los oficinistas para decirle que lo lamentan por su mujer pero que quieren laburar, que por favor firme los papeles. Y él no puede, entonces se produce un quiebre. Está por otra parte el personaje de Silvia, la jefa, que es quien murió hace seis meses. Algunos textos filosóficos del libro son palabras de ella, hay algo de intriga en relación a los papeles que ella dejó escritos. Está también el personaje que constantemente dice que se va a ir, el intruso. Y entonces hablan de la jubilación, ensayan los discursos de jubilación en una especie de coreografía para la tercera edad...

Ganaron el primer premio del Festival universitario de Blumenau, ¿qué tal la experiencia?
Muy buena. Hay algo de cierto prejuicio por parte de la crítica en relación a ese tipo de proyectos. ¿Por qué se le da más bola a un teatro comercial que a este tipo de propuestas? ¡Es la universidad pública! Y estamos en lucha con eso. Por eso fue muy interesante la experiencia. También tiene un costado peligroso en relación a que en algún sentido achica el pensamiento en relación a lo que ocurre respecto de que un festival es la medida de algo, legaliza ciertas obras y deja otras afuera. Eso puede enfermar un poco, sobre todo teniendo en cuenta que los festivales tienen criterios y políticas culturales propias.
 
DIARIO LA NACION
BRASIL
Argentinos en festival
El viernes concluyó el 24° Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumenau, donde además de las compañías locales se presentaron otras en idioma español. A la colombiana Sin sentido, de Clara Elena Arango, se suman las argentinas Arenales, un pueblo bajo el mar, dirigida por Sergio Sabater; El cadáver de un recuerdo enterrado vivo, de Sergio Boris, y Detrás, dirigida por Marcelo Savignone; las tres con integrantes del IUNA. Las tres volverán a representarse en Buenos Aires en estos días. Detrás está inscripta en el teatro del absurdo y basada en obras de Fernando Arrabal y Jorge Díaz. En tanto las otras dos, son textos de fuerte contenido social.

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Suplemento Si! Clarín


Nota de Diario Argentino

Sergio Boris

Entrevista a Sergio Boris.
Durante 2011 se lo podrá ver en varias películas, también en la dirección de dos obras de teatro: ahora en el recuerdo de un cadáver enterrado vivo, y en agosto en Viejo, puto y solo. Es allí donde puede experimentar eso que tanto le place: la expansión de la personalidad, los múltiples planos de una situación. Un ejercicio inagotable que no agota, fascina.
Por Jorge Belaunzarán 


Sobre todo, actor. Pero también director de teatro. Más que una suma, parte de lo mismo. Diferentes planos de esa búsqueda siempre inacabada que es la actuación, según Sergio Boris. Mientras en cine se lo puede ver en Juntos para siempre (de Pablo Solarz) como director repone El cadáver de un recuerdo enterrado vivo, obra surgida como trabajo final de un grupo de egresados del IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte), que, como le gusta, surge, alcanza un punto, cambia parte del elenco, mezcla, se va, regresa. "La oficina es una excusa para contar la pasión, el encadenamiento afectivo, los lazos, hasta dónde termina el duelo, el tema de la muerte, el deseo de jubilarse; los actores tienen 23, 24 años y ensayan para cuando se jubilen. No tienen nada que hacer. La estructura de la obra es que un tipo por la muerte de su mujer se tiene que hacer cargo de la empresa pero como está deprimido no puede bajar trabajo: no hay mayor castigo para el oficinista que no trabajar. Cuando un superior quiere castigar a un inferior oficinista, lo hace no dándole trabajo. El oficinista está ahí porque es como una religión, es una estructura que lo cobija; la oficina no es la que provoca la deshumanización, sino la oficina se tuvo que inventar para la gente que necesita ir a la oficina. Se tuvieron que inventar esas estructuras para gente que necesitaba meterse en esas estructuras. Entonces si no trabajan no hay nada peor que eso: sienten el peso y el paso del tiempo como una espada." Eso es la descripción de la obra. Lo más interesante, desde la actuación, la cosa da para más. 

"El texto no es el centro del relato teatral. Ni es el espacio ni la luz, esos son procedimientos que están al servicio de ese relato de actuación. Ese es el motivo por el cual uno actúa. No para representar las ideas de un autor, o para ser soporte de un trabajo clásico, sino por el relato de actuación, que es estructural, que es incluso el que genera los saltos narrativos. Entonces hay un compromiso mayor respecto a la actuación, y el actor está trabajando dialécticamente con el director, se produce un sentido que tiene que ver con este relato de actuación, que no es el relato del texto, tiene que ver con multiplucidades laterales. Siempre el texto genera uno de los relatos, un plano. Pero hay otros, que son los que narra el actor. Eso no se hace en dos meses, sino en un año y medio. Se investiga mucho desde lo musical, porque el relato de la actuación tiene que ver con lo musical; con lo poético, con el simplemente ponerse del otro lado y ser visto: el histrionismo, poder contactar con el público. Tiene que ver con eso primero, primario de que uno va a ver a un actor expandiendosé, no representando un texto. La actuación no es ser otro, ser otro es una excusa para expandir la propia personalidad. Uno expandido, multiplicado y con plena conciencia de lo múltiple. En la vida está en una situación de pareja pelandosé pero aparecen un montón de planos más allá de la pelea concreta: la ubicación, el cansancio, "esto ya lo viví". Y hay muchos planos que relata el actor, que no tienen que ver solamente con ese texto que relata el tema. Y además ese relato de actuación es poético y misterioso. Y uno va al teatro para ver eso. No para ver ideas representadas. Para eso uno lee, ve pintura. El teatro es un fenómeno autónomo de lo que es el cine incluso, más allá de que utiliza parte de sus procedimientos. Un texto para que estimule el relato de actuación tiene que ser poroso en relación a las posibilidades de fisurar y poder entrarle con un relato de actuación a ese texto. Cuando el texto ya dice todo es muy difícil penetrarlo. Y ahí, aunque esté bellamente escrito, es pobre teatralmente. Y en ese sentido el trabajo con Bartís me ayudó porque es un apasionado, está todas las funciones y eso se agradece: uno puede ir trabajando lo específico de los tonos, del carácter, de la mirada, las energías, los colores, la temperatura, porque sabe que también hay un diálogo con la dirección, generando una dialéctica con la propuesta del actor. No es que el actor se somete al director, es un diálogo para que el actor proponga y se adueñe finalmente. 


-Cuando se descubre algo bueno al mismo tiempo se cae en la cuenta de que de lo que se falló. En ese sentido, a partir de su trabajo con Ricardo Bartís, ¿qué descubrió hacia atrás y qué se planteó hacia delante? 
-Más allá de que la obra puede no ser interesante para uno como actor, siempre se trata de producir como una quintita donde sentirse feliz más allá de la totalidad. En una obra que quizás no es el lenguaje que uno quiere o la obra que quiere hacer, también puede hacer de trampolín para actuar. Y como actor tiene ganas de hacerlo porque quiere actuar, es adictivo, tiene que ver con eso primario y porque uno va a lateralizar el relato central de lo que le impongan. Si uno quiere actuar, si quiere más o menos representar el texto y ser un oficinista del teatro, puede hacerlo. "A letra sabida no hay comedia mala", decimos irónicamente en relación a ese tipo de teatro. El actor que quiera laburar va a hacerlo en esas obras y va a tratar de lateralizar y generar algún tipo de relato por fuera del relato dominante. 


-¿Qué quería saber poniéndose a dirigir, cuál era su curiosidad? 
-Teatral. Tenía que ver con la actuación, con poéticas y mundos que quería investigar, que me son afines, y tenía deseos de trabajar sobre los procedimientos como para producir este relato de actuación. Y obviamente en estos procesos uno no se enamora rápidamente del objeto de lo que se produce, porque es una búsqueda de un tiempo. Un año y medio puede durar un trabajo de investigación. Entonces tenés deseos, pero son hipótesis. Entusiasmarse con el ensayo en sí. No hay que esperar una alegría posterior. Tiene que entusiasmarse con el ensayo en sí hasta generar un enamoramiento cuando empiezan a producirse relatos y secuencias mucho más largas; y las secuencias largas empiezan a producir viajes en relación a la actuación, entonces se puede saborear más. 

-¿El enamoramiento termina en algún momento? 
-Cuando termina es porque sí, uno quiere pasar a una nueva novia. Quiere enamorarse otra vez. Más allá de que se enamoró bien de ese objeto (sigue habiendo dulzura, lazos afectivos), uno quiere empezar a producir otra cosa. Conocer otra cosa. Va conociendo lo que quiere contar. A mí no me pasa que sé lo que quiero contar, tengo hipótesis. Voy descubriendo. Y la intención siempre es llegar a ese embudo para generar ese objeto que uno termina descubriendo. Por eso la idea del estreno es una idea comercial, no deja de ser un ensayo con público. Aparte de legalizar cierta responsabilidad que es buena en relación a la actuación, no deja de ser un ensayo. Es un ensayo que se necesita tener. Después de ese tiempo de investigación se necesitan otras miradas, incluso los actores necesitan ser mirados por otros, no sólo por el director; se aburre. Ellos también quieren enamorar a otros. 


-¿Y qué pasa cuando hay que bajarla antes de que se cumpla ese tiempo? 
-Generalmente son obras en las que los actores se adueñan mucho de los personajes, porque el proceso es colectivo en ese sentido. Tiene diferentes miradas pero dado por la experiencia de mirar, por el lugar que se ocupa: el actor tiene otra sabiduría, sabe otra cosa, y sabe más. Y en ese sentido, esa confluencia hace que los actores mismos sientan que es una obra propia, no es una obra de repertorio. 


-¿Cómo se resguarda de lo que alguna vez llamó conservadurismo teatral? 
-Con obras como las que hago con los chicos del IUNA, por ejemplo. Porque para hacer este tipo de trabajos hay que ir contra de los cánones profesionales: tienen que trabajar un año y medio porque vale más el objeto que la producción, que el estreno, que todo lo que está alrededor. También va en contra de lo que un poco reina como teatro, que tiene que ver con cierta profesionalización, de que un actor hace cinco obras a la vez, de que todo es más o menos lo mismo. Y que eso deviene en una actuación muy lavada, muy poco trabajada, que se da en teatro independiente y en el comercial. No en todos los casos, pero se produce mucho desde lo conceptual. Uno está acostumbrado a pensar el conservadurismo en función del teatro oficial y comercial, pero también lo hay en el teatro independiente. Y el público de teatro independiente también es tan conservador, desde otro lugar, como el del comercial. En estos proyectos uno está sostenido desde el afecto. Hay algo que se tiene que producir desde el afecto: es un barco donde uno se mete para pasar varios años. Como director hago las obras que quiero. Como actor estar en proyectos dirigidos por otros también me seduce, tiene algo aprender desde ahí. Uno aprende como director pero necesito volver como actor. Me gusta hacer un ida y vuelta. 


-¿Es más común ahora que los actores pasen al otro lado del mostrador? 
-Sí. El tema de generar proyectos personales salva de lo que sería ese espacio intermedio, como actor, que tiene que ver con los momentos de no trabajo. Sino uno empieza a enfermar de egolatría. Por eso se genera toda esa bola informativa en relación a famosos que se sacan fotos en tal lado. La necesidad de existir más allá de lo que uno hace como actor empieza a generar toda esa cosa que es estimulada por los medios, que tiene que ver con una existencia más allá de la cosa, de la actuación en sí. Como que es algo adictivo la adicción. 

-¿Pero cómo se hace en un gremio en el que el 90 por ciento de la gente tiene que trabajar de otra cosa soportar la abstinencia a esa adicción? 
-La verdad que no sé cómo se resuelve. Sé que es angustiante no trabajar como actor cuando se probó pasar por ese lado y ser mirado. Es algo que no tiene sólo que ver con la alegría. La alegría es un componente pero la actuación tiene que ver con algo que no se puede dejar de hacer. Uno está condenado a eso. Como algo más fatal. Más oscuro, no es tan ingenuo. Uno quiere vencer la muerte desde algún lado. Entonces produce ese otro relato ficcional que es mucho más intenso que la vida, porque genera plena conciencia de lo múltiple y ahí puede manipular lo múltiple, maniobrar sobre los diferentes planos que existen. En la vida no se pueden maniobrar los planos múltiples que aparecen constantemente. Está condenado a cierta cotidianidad que pesa. De todas maneras se producen escenas de actuación en lo cotidiano. En la política también. Lo que fue el funeral de Kirchner fue una ceremonia de actuación popular, donde la gente entraba como protagonista a generar actuación en esos segundos donde se producía algo más verdadero e intenso que en la vida. Y fue multitudinario. Eso que genera lo colectivo, de estar mancomunado con otro y estar en un proyecto común, que ahora aparece mucho como tema y que se había olvidado. Con el kirchnerismo apareció eso de la actuación colectiva. 


-Está preparando Viejo, solo y puto. ¿Por qué el nombre, si los personajes son jóvenes? 
-No subraya un personaje, sino que tiene que ver con una forma de construcción poética donde se negativiza cada palabra. No es simplemente nombrarlos. En ese sentido nos servía no para ilustrar la obra sino para cruzarla con lo que va a hacer la obra. Y nos lleva a un territorio conurbano, no burgués. En Buenos Aires sería mayor, gay y en soledad jaja. Y no daba. 


Nota de Tiempo Argentino



“Es más provocador que el hombre sea el deprimido”

15 de Abril de 2011
Sergio Boris, director de "El cadáver de un recuerdo enterrado vivo"

–¿Qué propone la obra?
–Una cruza del territorio de oficina, con criticas al oficinismo, con otros temas como la relación de pareja, la muerte, las ansias de jubilarse aun siendo joven o la necesidad de reconocimiento por parte de un superior.


–¿Quiénes son tus referentes a la hora de dirigir?
–El más importante, Leonardo Favio. También Ricardo Bartís: trabajé mucho con él. Además tengo afinidad artística con colegas de la actuación como Alejandro Catalán.


–En la obra el personaje fuerte es el femenino y el viudo es el hombre. ¿Fue deliberado? 
–Sí, es más provocador que el hombre sea el deprimido y no ella. Pero no hubo un porqué intelectual o racional. A simple vista, puede parecer que muestra una analogía con la realidad política argentina, pero fue casualidad. La decisión fue intuitiva.

–¿Qué otros proyectos tenés en agenda?
–Terminé de filmar dos películas: una con Nicanor Loretti, El Diablo; y otra, Juan y Eva de quien, de Paula de Luque. También arranco otro rodaje con Luis Ziembrowski en el que voy a ser protagonista. Y estreno en agosto, en El Callejón, una obra: Viejo, solo y puto: una historia de travestis y farmacéuticos de clase media venida a menos en Wilde.

Estrena mañana a las 22:30 en el Auditorio del IUNA. French 3614.
Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/es-mas-provocador-que-hombre-sea-deprimido
 FUENTE: www.elargentino.com.ar


Proyecto Espectacular del IUNA premiado en el Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumenau
Artes Dramáticas | 09.09.2011

El cadáver de un recuerdo enterrado vivo es un Proyecto Espectacular de Graduación del año 2010 de la Licenciatura en Actuación del Departamento de Artes Dramáticas del IUNA. La obra fue convocada a participar del 24º Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumenau que se llevó a cabo en julio de 2011 y donde ganó el premio a Mejor Obra Latinoamericana No Local.

“Recibir este premio fue una caricia, un apoyo importante y un reconocimiento a nuestro esfuerzo, a nuestro trabajo. Además, más allá del premio, nosotros estamos muy contentos con la obra y con lo que proponemos”, manifestó Sergio Boris, el director del Proyecto y agregó “los organizadores del Festival vieron el material y nos seleccionaron. Allá hicimos dos funciones. En el encuentro los elencos eran casi todos de Brasil pero también había de Colombia y de Chile”.

En relación al proceso de creación de la obra, expresó “El planteo fue hacer el mundo de la oficina. Improvisamos un tiempo tratando de no tener una mirada burguesa sobre ese mundo y sin querer hablar de la oficina porque no queríamos hacer una obra costumbrista. En realidad, la oficina era una malla para poder hablar de las relaciones amorosas, la muerte, el tiempo y la filosofía oficinística”.

Algunos de los egresados del IUNA y actores de la obra hablaron acerca del Festival y de su experiencia: “El festival proponía hacer la obra y luego realizar un desmontaje en el que participaban los artistas, el jurado y el público. Nos sorprendió mucho ese careo con la gente, ellos habían hecho lecturas que nosotros hacemos en bambalinas”, contó Luciana Serio.

Por su parte, Cecilia Wierzba dijo “Fue el primer festival en el que participé y fue muy importante para la obra ya que significó una instancia mucho más profesional”. Mariana Jaime, otra de las actrices sostuvo “aprendí mucho como artista y como persona. Fue un crecimiento en varios sentidos: aprender, participar y compartir conocimientos de toda índole. Lo del premio fue muy sorpresivo, no me lo imaginaba. En Brasil nuestra obra tuvo mucha repercusión, la gente nos reconocía y saludaba por la calle”.

El cadáver de un recuerdo enterrado vivo trata acerca de un viudo que a seis meses de la muerte de su mujer, dueña de una compañía de aluminio, queda a cargo de la empresa. La obra se presenta en el Teatrito ubicado en French 3614, todos los sábados a las 21 horas.