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El cadáver de un recuerdo...: “Espíritu indómito”

El cadáver de un recuerdo...: “Espíritu indómito”
Como si el tiempo se hubiera detenido. Como si no avanzara. O como si al caminar siempre lo llevara a permanecer en el mismo lugar. Así está él, Luis Arismundi (Facundo Cardosi). Como ingrávido. Como anestesiado. Como atornillado un pasado que le marca la cancha en el presente. Su amor se ha marchado al más allá. Ella, Silvia, (Estefanía Alfieri) ha muerto literalmente, con lo cual todo ha cambiado para peor.
 
El comanda una nave que no tiene destino fijo. Su empresa de aluminio lleva 6 meses de duelo y nada parece modificarse (aparentemente) en el horizonte.  Sus muchos empleados están todos por igual marcados por la misma huella política que los define como seres que no solo que no quieran marcharse de un empresa que bordea la ruina (y la rutina), sino que son tironeadas (al igual que por el viudo), por esa presencia ausente de Silvia que esta anquilosando a toda una empresa.
 
Los sub-grupos compiten entre sí. Cada uno trata de sacar ventajas de cada situación de desconcierto (de las muchas que tiene la historia), y que la obra logra narrar de manera admirable en sus múltiples ramificaciones.
 
"El cadáver de un recuerdo enterrado vivo" que nació a comienzos del año 2010 como proyecto de graduación de un grupo de Actores Egresados del Instituto Universitario Nacional de Arte, junto con el director teatral Sergio Boris, logra narrar durante la hora de duración una historia conmovedora, fantásticamente actuada, soberbiamente sostenida en todo su recorrido, produciendo una energía descomunal en cada una de las muchas micro-escenas que la contienen
 
La tragedia lejos de abandonarlos los persigue como un talismán. La ausencia de Silvia dice presente por todos los rincones y pisos de una empresa dominada por un espíritu indómito
 
Los oficinistas compiten entre sí. Sus vínculos se desgajan. Se superponen y  estrellan sus miserias, sus emociones y sus apetencias profesionales.
 
El jefe (viudo) está desbordado por la situación. Tanto él cómo Mabel (Belén Ribelli) –su secretaria-, lucen como hipnotizados y abducidos por el espíritu de una Silvia a la cual todos aun siguen venerando.
 
Aunque en realidad  los  conjuntos que se han ido gestando en esta empresa del barrio de la Paternal, compiten para desentrañar misterios, cosas que nunca han salido a la superficie y un misterio que pareciera destruir todo a su paso.
 
Lo que impacta de esta obra (En el 2011 obtienen el premio a "Mejor Espectáculo Iberoamericano" en el 24º Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumenau - Brasil y es el Primer elenco extranjero invitado al 11° Festival Internacional de Teatro de Belo Horizonte- Brasil), es que a medida que avanza la trama, se superpone con la sub-trama y ya poco importa de qué va la obra. La pieza cuando quieres reaccionar ya te ha tomado de los hombros y  cuando logra acomodar las piezas del ajedrez te hará erizar la piel.
 
Ello ocurre cuando el misterio que sondeaba la obra se devela y allí la función da un giro copernicano haciendo estallar los sentidos. Los mismos saltaran por el aire como si estuvieras envuelto en una tela de araña de Alfred Hitchcock o de  Stanley Kubrick. 
 
La obra usa en su sencilla y funcional puesta una mesa, una carretilla, un placar, muchos papeles, un teléfono y demás utensilios de una oficina que tendrá a todos vestidos como clásicos oficinistas marcados por la huella de seres que defienden a capa y espada su ser y parecer.
 
Conmueve ver como todos los personajes son compuestos con una robustez a todas luces magistral por cada uno de los actores (Luciana Calarota, Ivana Carapezza, Luciana Cruz, Eugenia Fernandez Lemos, Lucila Gomez Vaccaro, Mariana Jaime, Marité Molina, Constanza Raffaeta, César Riveros, Luciana Serio, Facundo Suarez, Gema Tocino, Cecilia Wierzba). Mabel (María Belén Ribelli) y el Viudo (Facundo Cardosi) llevan adelante la obra con sus admirables composiciones, que maravilla a cada momento. Ahora bien, Estefanía Alfieri (Silvia) es la estrella de la obra. Su aparición carga de adrenalina la pieza, la vitaliza aun más. Su proverbial actuación está provista de un brillo, de un fuego hechizante y de una marea que arrasa con todo a su paso.
 
By Hugo Manu Correa





Maldito ocio
El director Sergio Boris nos da nuevamente muestras de su talento, esta vez con “El cadáver de un recuerdo enterrado vivo”, que ya transita por su cuarta temporada. 
La acción transcurre en una empresa del barrio de La Paternal. Allí Arismundi (Facundo Cardosi) ha quedado al mando pues su esposa Silvia (Estefanía Alfieri), otrora la dueña, ha muerto. Cabizbajo, abatido y paralizado, el nuevo jefe no logra superar la enorme pérdida de su mujer y, al igual que él, la compañía está inmóvil. Sus empleados, un numeroso grupo de oficinistas, necesitan trabajar, hacer algo con ese tiempo que pasa muy lentamente. ¿Acaso para un oficinista existe una “tragedia” mayor que la del excesivo tiempo libre? Una suerte de anti-rutina se adhiere a esas paredes, los empleados abrochan una y otra vez papeles que ya no pueden separarse por ningún sitio, al mismo tiempo que dan vueltas por el edificio, suben y bajan los pisos, desesperados por conseguir alguna tarea. De este modo, en ese espacio vasto y silencioso se suceden discusiones, trifulcas, confabulaciones, secretos, en definitiva, situaciones que buscan –exasperadas- la confirmación de una monótona existencia. El recuerdo constante de la muerte se respira en cada rincón de esas oficinas, tornándose insoportable. ¿Habrá alguna escapatoria para ellos? ¿Será necesario matar el recuerdo?
El “cadáver de un recuerdo enterrado vivo” es una historia trágica, hábilmente dividida en cinco actos –al estilo griego-, con una lúcida disposición y organización del espacio (las escenas se llevan a cabo en una muy diminuta sala), siendo una puesta que se completa con un impecable vestuario y una acertada escenografía. Asimismo, Sergio Boris realiza un excelente trabajo con el joven grupo actoral, que deslumbra por su capacidad y talento. La excesiva cantidad de empleados en aquel escenario comprime, asfixia, nos hace sentir parte de lo que allí ocurre. El texto es maduro, fuerte e hilarante, plagado –como la ocasión lo requiere- de altas dosis de humor negro y morbosidad. Una obra para no perder de vista.





UNA DE CAL POR OTRA DE ARENA

Las dificultades del mundo laboral, sus gratificaciones y hasta las contradicciones que aparecen a diario quedan al descubierto en El cadáver de un recuerdo enterrado vivo.En clave humorística, la muerte de una querida jefa hará que las cosas se compliquen aún más.


por Nicolás Gallardo

Archivadores, facturas colgadas de las paredes y desorden en el escritorio caracterizan una estrecha oficina. Vemos entrar a un personaje en apariencia compungido, Arismundi, quién ha pasado a ser el dueño de una empresa de aluminio. Siempre se lo nota ensimismado, pero nunca trabajando. Su nuevo puesto se había vuelto posible por la muerte de su esposa, Silvia, quien lo ha dejado ya hace seis meses.

El periplo introspectivo llega a su fin cuando irrumpen al lugar los catorce empleados del nuevo patrón. Creen que ya va siendo tiempo de volver a trabajar, siempre conservando a Silvia como modelo a seguir, y terminar con el luto que comienza a parecer eterno. Escucharemos los argumentos y vociferaciones del personal, de las cuales Arismundi solo escuchará una única voz, la de la secretaria Mabel, que aparece como la oportunidad para olvidar. También habrá posiciones encontradas sobre esta posible relación.

El cadáver de un recuerdo enterrado vivo, bajo la dirección de Sergio Boris, consigue hacernos entrar en su juego. Notamos en el ambiente sensaciones sofocantes y de asfixia, no hay lugar suficiente para mantener siquiera una conversación de a dos, ya que siempre habrá un tercero parando la oreja y aprovechando lo escuchado para un ocasional daño o perjuicio. El cotilleo y los conflictos se agravan ante la actual situación de la oficina: una jefa que es construida por todos como una mujer exitosa pasa a estar más presente muerta que viva. Todos se preguntan qué hizo que una persona tan fuerte tenga un final tan repentino, por lo que algunas empleadas se infiltrarán en la oficina de Silvia –a la que nunca habían entrado hasta entonces, para “conservar su olor”- en búsqueda de respuestas para encauzar el devenir de la empresa cada vez más venida a bajo. Unas encontrarán su legado en un cuaderno de anotaciones, las otras tendrán que sobrevivir sin sus consejos y máximas.

Con una tensión que va in crescendo, los actores nunca se olvidan de ridiculizar muy adecuadamente a sus personajes. Si bien muchos temas son abordados con entera seriedad, otros no pueden evitar producir carcajadas al espectador. Son un grupo reducido de trabajadores, que se conocen mucho y eso, visto desde fuera, siempre resultará entretenido. Esta mezcla de dramatismo y comedia, acentuada por la óptima iluminación de Verónica Alcoba y Fernando Chacota, se nos impregna y logra que veamos el mundo a través del descabellado ideario que el elenco nos propone.

Arismundi tiene la difícil labor de cubrir el puesto de alguien irremplazable. Silvia demostró ser una jefa de fierro, mientras que él es más bien maleable y endeble como el aluminio, y como todas las personas a las que ahora debe dirigir.

[Funciones]
El cadáver de un recuerdo enterrado vivo se presenta los sábados a las 23:00 hs. en Machado Teatro (Antonio Machado 617). Entradas a $50. Jubilados y estudiantes, $35 (presentando certificación vigente).





Crítica en GLOBEDIA



"El preso sueña algo que siempre tiene forma de llave"Mario Benedetti


Ingresamos a una pequeña sala, que nos recibe casi en penumbras. Los asientos esperan cerca, muy cerca del escenario. De pronto, un gran número de cuerpos desfila ante nuestros ojos, impactándonos. Por momentos no sabemos dónde mirar; una sucesión de acciones simultaneas en el mismo espacio, abusa de nuestros sentidos. Los actores caminan apurados. Corren, van y vienen. Han conquistado nuestra atención y ahora estamos anhelantes, deseosos de ver.
Alguien ha muerto. Una oficina que no puede quedarse quieta toma forma a medida que se encienden las luces. Diapositivas cargadas de nostalgia, mesas, sillas, lámparas, papeles y más papeles.
Se han cumplido ya seis meses desde que falleció la dueña de la empresa y el viudo, ahora nuevo jefe, continúa paralizado. Somos testigos del escándalo, de los secretos más prohibidos, de cada detalle que sucede en este particular ámbito de trabajo. El manejo de la escenografía, la manera en se logra ir modificando el espacio en cada nueva escena, es destacable. Son los mismos personajes quienes encuentran cómo reacomodar los objetos presentes, de todas las formas posibles, para que podamos atravesar junto a ellos cada uno de las habitaciones de este extraño pero tan conocido lugar.
"El cadáver de un recuerdo enterrado vivo" es el resultado del proyecto de graduación del Instituto Universitario Nacional de Arte en el año 2010. Sergio Boris, su director, pone el mundo del oficinista frente a nuestra mirada.
Luego de ganar el premio al "Mejor Espectáculo Iberoamericano" en el 24º Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumeneau (Brasil) y ser también el primer elenco extranjero invitado en el 2011 al 11º Festival Internacional de Teatro de Belo Horizonte (Brasil), este equipo va ya por su 4ta temporada.
Intensas actuaciones, nos mantienen vivos durante toda la obra. Estamos ahí y sentimos también nosotros la necesidad de salir de ese círculo vicioso. El deseo de libertad, nos acompaña incluso una vez que abandonamos la sala. Algo en el pecho continúa agitado...



Crítica de "Buenos Aires Jaque Press, en inglés y español"


La muerte es un tema que preocupa a todos. En el escenario puede dar lugar a un espectáculo trágico, denso, conmovedor; o bien puede ofrecer una buena oportunidad para la burla y para la meditación. “El cadáver de un recuerdo enterado vivo,” una tragedia oficinista dirigida por Sergio Boris, surgió del proyecto de graduación de un grupo de  egresados del Instituto Universitario Nacional de Arte que ya acumula cuatro años consecutivos de presentación en espacios teatrales argentinos.
El factor desencadenante es la muerte de la dueña de una empresa, y hasta ahí todo parece obedecer a la lógica convencional; lo que convierte el espectáculo en una experiencia única para el espectador no es tanto la historia sino el estilo de actuación, la concentración de los actores, la intensidad de sus miradas, sus gestos y sus movimientos milimétricamente precisos.
 Montar el espectáculo en el Machado teatro es además otro acierto, pues debido al reducido espacio en la sala los espectadores prácticamente se transforman en “voyeurs” y pueden apreciar en detalle las expresiones corporales y los gestos mínimos de los actores, tarea nada fácil con 16 actores entrando y saliendo del espacio escénico.
El tono que adquiere el espectáculo es una mezcla de burla y cinismo, con una dosis fuerte de melodrama, pero como las actuaciones son muy orgánicas las acciones invitan a meditar no solamente sobre el significado de la muerte sino también sobre la miseria humana.
 Los empleados de la empresa se presentan para ofrecer sus condolencias al viudo, pero con el transcurrir de los acontecimientos se dividen en grupitos y de este modo van apareciendo las características individuales, los celos, la envidia, la competencia, la falta de lealtad.
Ya al cumplirse seis meses del fallecimiento de la dueña de la empresa de aluminio, el viudo, ahora el nuevo jefe, no encuentra cómo coordinar el trabajo de los empleados: pesa en él y en todos el recuerdo de la muerte, un concepto que reflota y atraganta sobrevolando la oficina como un fantasma, transformando la realidad melancólica en un vuelo cercano al surrealismo.
 En el 2011el espectáculo ganó el premio a "Mejor Espectáculo Iberoamericano" en el 24° Festival Internacional de teatro Universitario de Blumenau - Brasil y es el Primer elenco extranjero invitado al 11° Festival Internacional de teatro de Belo Horizonte - Brasil 2011.
Funciones:
Sábados 23 horas, Machado teatro, Antonio Machado 617 (casi esquina Acoyte). Entrada: / estudiantes y jubilados). Reservas: Alternativa Teatral.
  Ficha Técnica
Elenco: Estefanía Alfieri, Luciana Calarota, Ivana Carapezza, Facundo Cardosi, Luciana Cruz, Eugenia Fernandez Lemos, Lucila Gomez Vaccaro, Mariana Jaime, Marité Molina, Constanza Raffaeta, María Belén Ribelli, César Riveros, Luciana Serio, Facundo Suarez, Gema Tocino, Cecilia Wierzba
Puesta de luces: Verónica Alcoba y Fernando Chacoma
Fotografía: Brenda Bianco
Escenografía: Ariel Vaccaro
Diseño: SXT
Prensa: Correydile
Asistente de dirección: Adrián Silver
Dirección: Sergio Boris
Duración: 60 minutos
Acerca del Sergio Boris 
Como actor, en teatro trabajó entre otras obras en “El pan de la locura” con dirección  de Luciano Suardi, ”Un enemigo del pueblo” con dirección de Sergio Renán, “El pecado que no se puede nombrar” y “La pesca “ con dirección de Ricardo Bartís. En cine en “Juan y Eva” de Paula de Luque, “El abrazo partido” de Daniel Burman, “Diablo” de Nicanor Loretti, “Lumpen” de Luis Zembrowski, “Hermanos de sangre” de Daniel de la Vega, “Mientras tanto” de Diego Lerman, “Todos tenemos un plan” de Ana Pitterbarg, “Whisky Romeo Zulú” de Enrique Piñeiro, “Solo por hoy” de Ariel Rotter, entre otras. En televisión entre otras cosas, trabajo en “El acto” de Bartís-Glusman y  en “2 por una mentira” miniserie  del incaatv, creación conjunta con Nicanor Loretti. Como director se desempeñó en "La Bohemia", "El sabor de la derrota”, ”El perpetuo socorro”,  “El cadáver de un recuerdo enterrado vivo”, “Viejo, sólo y puto”. Festivales Internacionales: Con "El pecado que no se puede nombrar": Madrid, Cádiz, Montreal ,Quebec, Porto Alegre, Berlìn, Avignon, Parìs, Bruselas, Buenos Aires. Temporada en el teatro Bobigny de Parìs. Con "La Bohemia" y "El sabor de la derrota": Quito, Manta, Guayaquil, San Martìn de los Andes, Londrina, Curitiba, Buenos Aires. Con “La pesca”: Avignon, Halle Torino, Berlin, Anvers, Girona, Buenos Aires.  Premios: Primer premio a la dramaturgia por el Fondo Nacional de las Artes 1998 por "La Bohemia". Primer premio a la dramaturgia otorgado por el III Festival Internacional de Buenos Aires por "El sabor de la derrota". Premio Revelaciòn Trinidad Guevara por "La Bohemia". Mejor dirección, mejor especialización (Gabriela Fernández) y mejor actor (David Rubinstein) por “Viejo sólo y puto” otorgado por G.E.T.E.A. El texto de " La Bohemia" fue representado en Francia por el grupo" Le Pantheatre" dirigido por Patrice Sow, con traducciòn de Francoise Thanas, y por varios grupos argentinos entre ellos el grupo mendocino “Lluvia de cenizas”. Premio mejor actor de reparto por “El abrazo partido” en  Festival de Cine de Tandil, Argentina. Primer premio mejor actor en el Festival de Cine publicitario de Nueva York 2007.










Crítica Teatral: El cadáver de un recuerdo enterrado vivo















En una de las máximas del mundo de la oficina, aquella que afirma que toda vez que se circule erráticamente por sus pasillos debe hacerse con papeles en la mano -para que parezca que uno está haciendo algo útil-, hay implícita la mirada de un supervisor. Pero ¿qué sucedería si ese Gran Hermano ya no estuviera? ¿Seguiría el oficinista, de un modo pavloviano, repitiendo su comportamiento? ¿Hasta dónde llegan su lealtad, sus convicciones y necesidades?


Sobre este planteo,  inspirándose en el libro "Crítica del oficinismo" de H. G. Johannes, se mueve la obra “El cadáver de un recuerdo enterrado vivo”, estrenada en 2010 como proyecto de graduación del IUNA.Siempre dirigida por Sergio Boris, confirma con este reestreno en 2013 que hace rato que vuela con alas propias.

Boris pone en escena la idea del oficinismo: una extraña religiosidad burócrata con sus creencias, liturgia y rituales propios.

De una empresa de aluminio sabemos que se ha muerto la dueña, dejando tras de sí un viudo incapaz de superar el luto y un tendal de empleados opacos que no saben muy bien qué hacer sin ella.
En un marco post-kafkiano, de muebles desvencijados y biblioratos hartos de hacinamiento, donde el color de todo es gris o beige, transcurre el devenir de un grupo de oficinistas a la deriva, entre protocolos obsoletos, escaramuzas de poder, miserias y anhelos de trascendencia.

Es en este lugar acéfalo, desangelado, donde la obra instala y sostiene con eficacia un humor sombrío que no se desborda ni abruma, donde encuentra una mirada certera sobre una situación impiadosa, profundamente humana. 

Más allá de un final paroxístico tal vez reñido con el clima que se consigue a lo largo de la obra, “El cadáver de un recuerdo enterrado vivo” es una manifestación de teatro vivo y una cita que todo espectador ávido debe atender.





TEATRO: EXCELENTE SORPRESA DE UN EJERCICIO ACTORAL
Culpas mal archivadas
El cadáver de un recuerdo enterrado vivo
Dirección: Sergio Boris. 
Los sábados a las 21 en Auditorio del IUNA, French 3614. Entrada: desde $ 25 

Por Luis Mazas
Hay algo terrorífico en las fotografías. Congelan el pasado. Pueden pedir acción sobre lo irresuelto. En El cadáver de un recuerdo enterrado vivo, la muerte de la empresaria desestabiliza la pirámide de poder; el espíritu de la colmena. Nada tan temido como el juego que se detiene y demora en echar a andar otra vez con nuevas reglas. Un desnudo de pasiones y ambiciones personales, alianzas, rencores, celos, frustraciones obscenas, queda a la vista hasta que el nuevo jefe asuma su potestad y aceite el engranaje. El impecable trabajo de los teatristas del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) despliega su juego de roles especulares desde un naturalismo matizado por un tenue humor oscuro tras el que acecha el absurdo de las convenciones razonables. La funcional puesta de Sergio Boris ilumina ese lado oculto de la burocracia laboral, emocional, con luces y sombras casi cinematográficas. La proyección de diapositivas convoca a un fantasma mal archivado para que regrese a exigir que el círculo se cierre. El resto es el núcleo más activo de El cadáver... El ejercicio coral de intérpretes sinceros agonizando con sus roles, en el compromiso emocional y físico con una reflexión anómala de nuestra cotidianeidad, otra equívoca subversión de valores; la reconocible alienación existencial.

Ricardo Bartís
"Araoz y French. Una palmera, un retazo de patio, una escalinata, paredes intervenidas por carteles, citas, programas lectivos. Una pequeña puerta y detrás: “El cadáver de un recuerdo enterrado vivo”. Una cita imprescindible con el Teatro. El director Sergio Boris y el grupo de egresados del IUNA despliegan, sobre una anécdota simple, humor, inteligencia y teatralidad."

Julia Elena Sagaseta
"Se pueden decir muchas cosas de El cadáver de un recuerdo enterrado vivo, se puede entrar a esta obra desde lugares muy diferentes. Me quedo con el minimalismo preciso de la puesta, el ritmo de todos los movimientos, pero fundamentalmente destaco a los actores. Fui a ver un proyecto de graduación y me encontré con un grupo con entrega profesional, que desafiaba edades, físicos, propuestas. Me subyugó eso y me olvidé de la historia. Seguir el relato de actuación resultó absolutamente atractivo, atrapante."   
                                                                                                
Crítica Teatral 
Mónica Berman
Una oficina. Un hombre mira, obsesivamente, diapositivas proyectadas sobre la pared. De a poco y con el correr de los acontecimientos, se podrá reconstruir la historia, los pequeños conflictos, los enormes problemas enmarcados en el ámbito laboral.
Lo primero que llama la atención es el trabajo escenográfico, quien haya visitado ese espacio notará que “El Teatrito” está prácticamente irreconocible. Los paneles borran los ladrillos para que el espacio pueda devenir oficina. Oficina no, oficinas. El resto de la acción la llevarán a cabo los actores, cada reacomodamiento del mobiliario implica un nuevo escenario de acción, acompañado por la iluminación. Una decisión absolutamente inteligente que además va en consonancia con el hecho de que los grupos humanos son distintos, pertenecen a diversos ámbitos que están relativamente enfrentados. Cada grupo habita un “espacio diferenciado” aunque sea una diferencia mínima.
El énfasis de la propuesta está sostenido en la actuación, cada uno de los participantes se luce en el marco de este trabajo de graduación.
La dramaturgia juega con el humor y con el absurdo y encuentra seres dispuestos a ponerle el cuerpo.
Un trabajo impecable de estos actores, que no son futuro, son absoluto presente.

Moira Soto para Pan y Teatro
Escuchala!

Show online
Recomienda: Ramiro Cardenas  
- Muy buena -

Algunos dicen que ver una pieza teatral comienza, en realidad, mucho antes de verla. Tal vez comience mientras lees estas líneas…
La función de las 22.30 hs, igual de concurrida que la de las 21 hs. La sala El Teatrito se llena de gente. La mezcla entre público y actores comienza a configurarse desde que uno baja los escalones de la sala y encuentra su asiento. Y se sienta. Y me siento.
La obra se desarrolla de manera consecuente con la calidad del guión y de las actuaciones. Estamos hablando del Proyecto de graduación 2010 del Departamento de Artes Dramáticas del IUNA.
“El cadáver de un recuerdo enterrado vivo” se sostiene durante los, aproximados, sesenta minutos que pasan volando entre las escenas y conflictos de los 17 actores. Con un conflicto claro, pero escondido, que sale a la luz a partir de los hechos, un conflicto que mantiene al público expectante y que logra mantener el clima, a pesar de las historias particulares de los demás personajes. Algunos dicen que en Teatro, menos es más. Partir de un conflicto pequeño y cotidiano, tal vez, más arraigado a los espacios comunes, nos abre las puertas para crear y ser creados.
¿De qué va la obra?
Se trata de un grupo de oficinistas, luego de la muerte de uno de los dos jefes, y el vacío que deja dentro del ambiente laboral y cotidiano. El jefe que debe tomar las riendas de la empresa, se ve abatido por una profunda depresión que hace retrasar todo el trabajo. 6 meses han transcurrido desde la muerte y la situación sigue siendo la misma.
También está Mabel. Un personaje extraordinario que, por su aparente ingenuidad, indecisión y moviéndose a partir de sus tiempos de razonamientos y conflicto interior, conduce la obra en un avance constante.
Otro aspecto a destacar es la verosimilitud de los diálogos entre los personajes, que, sin lugar a dudas, han llevado a escena, las imágenes propias de un mundo de oficina que no responde únicamente a “Critica del oficinismo” de H. G. Johannes, sino que además pertenece a la mirada individual de cada personaje. Para algunos, la singularidad del poeta, la mirada personal sobre los diferentes temas es lo que hace que el público encuentre la identificación con el personaje que más parecido a uno sea.
Y si de personajes hablamos, quisiera volver a destacar a Mabel (interpretado por M. Belén Ribelli) y a Cristina (interpretado por Mariana Jaime). Ambos personajes de una polaridad tan opuesta,  llevan el conflicto adelante, aunque a simple vista no lo parezca. Por un lado se agrupan las oficinistas más relacionadas con la “necesidad de poder”, conducidos por Cristina. Y por el otro, se agrupan las oficinistas que responden a “sus emociones” (las menos) y no a la especulación. Suelo ser desorganizado en las ideas, pero si algo se aprende de “El cadáver” es a decir las cosas a tiempo, y no especular con las palabras que los demás todavía no dijeron. Las cosas que no suceden suelen ser más importantes y fuertes que las que si suceden. Por esto también es bueno resaltar la actuación de Cecilia Wierzba y su personaje Blanca. Tal vez la definición más acertada sea “no sé cómo describir a este personaje”, pero de algo estoy seguro, el deseo interior y el objetivo del personaje, se contraponen internamente dentro de las oficinistas que buscan la información como base del poder. La monopolización de los escritos de la difunta para manipular, especular y manejar al grupo. Blanca, supo componerse con rasgos propios de la oscuridad de un ambiente que ya es oscuro de por sí. El ejemplo más exacerbado de este mundo de oficina es, indiscutiblemente, Blanca.
Me resta destacar el Diseño de luces y fotografía, a cargo de Brenda Bianco y acotar que hay una aplicación de esta herramienta, en ese sentido, de una calidad, pocas veces visto. Nunca imaginé que el diseño de luces de un espectáculo pudiera destacarse dentro una obra que se defiende sola desde el Guión hasta la Dirección. Y es aquí donde quisiera detenerme por última vez a modo de agradecimiento como espectador con Sergio Boris, a cargo de la Dirección de la obra, quien supo manejar, a mi humilde entender, la puesta en escena y la disposición de los personajes, de los 17 personajes, no solo con respecto al espacio, entorno y extra escena sino también en relación a lucha íntima de cada personaje. Supo, además, construir a partir de lo sucedido dentro, presión hacia afuera, y a partir de lo sucedido fuera, presión hacia adentro.
Algunos dicen que ver una pieza teatral comienza, en realidad, mucho antes de verla. Vos ya empezaste…


Crítica de Dioniso Teatro

Reina Rosko

La primera pregunta que genera esta obra es: ¿qué hacer cuando todo simplemente se derrumba? ¿Cuándo la vida que conocías, ordinaria y rutinaria, simplemente desaparece? Pues cada uno de los personajes de “El cadáver de un recuerdo enterrado vivo” recurre a distintas maniobras para sobrellevar la pérdida, la falta de rumbo, el vacío y la incertidumbre.
Arismundi es el dueño de una empresa en La Paternal. El hombre sufre por la pérdida de su mujer 6 meses atrás y simplemente no puede tomar las riendas de su propio negocio. Lo vence la depresión y la decadencia. La mujer no sólo era la líder material sino la líder espiritual del lugar. Los empleados, desorientados, comienzan a conspirar unos contra otros. Y durante esos devaneos conspirativos comienzan a salir a la luz miedos, odios, amores, rencores y conflictos que, quizás, siempre habían estado allí. Y ese será el punto de partida para una lucha descarnada por el reconocimiento, por justificar su lugar en este mundo como oficinistas. Los juegos de poder, las fantasías con el retiro, las intrigas son los motores de la obra que llegarán a su punto culmine cuando las trabajadoras encuentran los manuscritos de Silvia, la antigua jefa muerta, sobre los deberes del oficinista. Entonces quedará de manifiesto que quien sabe de memoria ese legado, tendrá poder sobre todos los demás. El fantasma de Silvia no sólo atormenta a Arismundi sino que es un recuerdo que marca las acciones de todos los demás, uno que va cobrando vida y fuerza con el desarrollo de la obra.
La pieza está plagada de momentos humorísticos, a veces bordeando el absurdo, y los actores hacen un buen trabajo para no responder simplemente al estereotipo de oficinista y aportar a la obra una buena dosis de cinismo y crítica.
La obra, dirigida por Sergio Boris, se enmarca dentro del proyecto de graduación del año 2010 de la Licenciatura en Actuación del Departamento de Artes Dramáticas de IUNA. Sin embargo, no hay reminiscencias estudiantiles. La obra es un proyecto maduro, profesional, técnicamente impecable donde se destaca particularmente el trabajo actoral.


Asallena online

Por Jonathan Sassón

En la teoría esto es un “Proyecto Espectacular de Graduación de la Licenciatura en Actuación del IUNA”. En la práctica es una obra de teatro con todas las letras. No vemos estudiantes de actuación, vemos actores, apreciamos de una puesta completa. Desde la escenografía y el vestuario ya nos situamos en un tiempo-espacio particular nos adentramos en el “oficinismo”
Lo que podría dar lugar a un típico costumbrismo argentino, estilo al que ya estamos demasiado habituados y por ello anhelamos nuevas experiencias artísticas. Pareciera que el director juega con esto. Al principio parece que va a estancarse en un realismo clásico pero se desencasilla y a lo largo de la obra va mutando de género hasta llegar a un desenlace sorpresivo y contundente.
La muerte de la dueña de la empresa es el factor desencadenante para que se pase de la rutina del oficinista al oficinismo, como un destino que propone la palabra misma, los empleados se convierten en oficiantes del cinismo.
Alrededor del acontecimiento mencionado y de la actual situación del ahora viudo y único patrón de la empresa se entretejen tramas y sub-tramas. El grupo de trabajadores se divide en bandos, en lo colectivo parece que todos pretenden alcanzar un mismo objetivo, en lo individual cada uno tiene un propósito y una forma de alcanzarlo. Mientras lo intentan, con su accionar, vamos conociendo más de los personajes y de las relaciones entre sí. Al haber una cantidad importante de personajes la diversidad de personalidades enriquece el paño con distintas tonalidades, el choque de pensamientos da lugar a distintas formas de reaccionar frente al mismo suceso.
Dentro del numeroso elenco cada actor logra destacarse ya sea por la construcción de personaje o por la intensidad que se despliega cuando la escena lo requiere.
Se logra atrapar al espectador, si bien no podríamos etiquetar a la obra como una comedia, se van generando risas en la platea ya sea en consecuencia de escenas cómicas o por situaciones dramáticas que llegan a un punto alto de tensión y para descomprimir o para demostrar conexión con lo que esta sucediendo el publico ríe
La obra traspasa el ámbito académico haciéndose lugar en la cartelera porteña y más allá (la obra ganó el premio a “Mejor Espectáculo Iberoamericano del 24° Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumenau, Brasil.)
Quizá varias de las obras resultantes de una tesis de actuación resulten inmediatamente enterradas y olvidadas pero obras como esta generan un teatro vivo que vale la pena recordar. 

CRITICUNDER

 

Por: Matías Timpani (Colaborador)
Calificación: ★★★★ 
Al entrar al espacio ya vemos a uno de los actores, no se intuye su estado, el cual se profundizará con la llegada casi continua de empleados que le dan el pésame en una empresa que acaba de heredar. El espacio es intimista, reducido, los actores entran y salen por tres frentes (el fondo, y los laterales de la sala: rodeando a los espectadores) Está excelentemente aprovechado, montando distintas oficinas al variar las escenas con el sólo redistribuir muebles de lugar. Los personajes podrían dividirse en dos: Los que impulsan a su jefe para delante, versus, los nostálgicos que ven el fin, la ruina.
En el plano de la actuación nos encontramos con personajes “sindicalizados” en sus discursos, con lo cual, gestos, portes, e incluso enunciación, estarán teñidos de una elaborada carga simbólica en torno a los usos del poder, inclusive se ensayará (con un estilo publicitario) de un modo casi coral, la justificación que algunas empleadas darán para que su actual jefe comprenda la necesidad de reconocer la jubilación. Y es que el “reconocimiento” mueve a esta obra desde el plano individual, donde todo lo formal, que siempre se vuelve político como matriz mediadora de las tensiones, logra fabulosas actuaciones entre el pliegue y el despliegue de las energías.
Los empleados compiten por el mayor reconocimiento, en escenas fáciles de montar y desmontar, donde se ven continuamente el rol y las jerarquías, pero también, un sobre-valor o lo que resultará finalmente: el rito de recordar y memorizar discursos pasados, pensados por quien en la actualidad está fallecida. Con mayor peso específico no como “cadáver”, sino como “recuerdo encarnizable”. Porque a pesar de varios juegos, y lo que relata el proyector, lo que uno supone desde el rol de espectador, es al recuerdo de una presencia dominante.
Ya en la búsqueda insólita de las empleadas que logran memorizar los registros perdidos en el armario, registros de papeles ruidosos que guardan las “grandes frases o verdades” de Silvia (la jefa fallecida) se aprenden con el fin de saber más que las otras, y así, doblegarlas desde el “saber = Poder” que remite a Foucault. En ese rito, se comerá parte del papel mojado, mientras ahogan el resto en el agua para que nadie obtenga más “saber”. En efecto, pienso que en la obra de Boris, no se presiente a un fantasma, sino a un recuerdo poderoso que va cobrando vida, pero no a un alma vagabunda, renegada, perdida en el limbo. Su valor es más social (y constrictor allí) que religioso en la metáfora.